De pronto se acordó de aquel hombre que veía todas las tardes al salir del colegio cuando no era verano. El hombre tenía un perro.
El perro era pequeño, delgaducho y hambriento. Y no tenía nombre;<<chucho>> le llamaba su dueño, únicamente. El hombre era grandote, sucio y sin afeitar. Siempre estaba borracho, decía palabrotas y pegaba al perro cuando estaba enfadado, que era a todas horas. <<Vete, maldito chucho>>, le decía dándole una patada, y el perro se alejaba unos pasos, pero nunca se iba.
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Quique no comprendía por qué aquel perro defendía al borracho si él lo trataba mal. Un día le preguntó a papá.
-Porque es su amo, Quique - le respondió su padre.
-Pero es malo y le pega.
-Los perros nunca piensan si sus dueños son buenos o malos: los quieren y ya está, les da igual cómo sean.
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