lunes, 3 de junio de 2013

Redacción de 300 palabras.


La Catedral de Cádiz.


Había una vez, una familia a la que le gustaba viajar, así que todos los fines de semanas circulaban por toda la provincia de Cádiz. Era una familia formada por cuatro personas, el más pequeño de la familia se llamaba Gustavo, era un chico muy travieso y nervioso, Gustavo estaba en un equipo de fútbol, llamado los Algodonales, todos los jueves jugaban partidos de fútbol, todos los perdían. Sus padres eran muy buenas personas, aunque los dos un poco despistados, se llamaban Inmaculada y Pedro, la hermana mayor, todos los fines de semanas en vez de irse con su familia se iba con sus amigas, se llamaba Marta. Ellos eran de Algodonales, es un pueblo de la Sierra de Cádiz, un pueblo poco conocido por su cultura y por sus pocas visitas de turistas. Entonces la familia quería informarse sobre la cultura de las demás provincias de Cádiz, por lo tanto se iban todos los fines de semanas por ahí.

El primer fin de semana se fueron a Tarifa, le cogió un día de un fuerte viento, por lo que le impidió montarse en el barco TÁNGER, llamado así por atracar el barco en la ciudad de Marruecos, Tánger. Por lo que aprovecharon para hacer un poco de skysurf. Después de practicar ese deporte, se fueron almorzar, comieron muy bien, cuando finalizaron la comida, cogieron el coche y se fueron para su casa.
Fue un día estupendo.

El siguiente domingo se fueron a pasar un domingo soleado, por la ciudad de Cádiz. A toda la familia le impresionó el campo del sur, por sus inmensos bloques que había en el mar. La familia le preguntó a una señora, ¿para que servían los bloques?, la señora le respondió, que los bloques están ahí hace unas cuantas décadas, son unos bloques de hormigón, que están para proteger la muralla de su lucha contra el mar. Después de la explicación de la señora, toda la familia lo entendió.

Se quedaron observando la catedral de Cádiz, mientras que miraban la catedral, le vino un olor muy bueno, procedía de un local que estaba cerca del monumento, allí vendían empanadas. Se compraron tres empanadas, de diferentes tipos de ingredientes. A toda la familia le encanto las empanadas y hasta repitieron.

Ese domingo fue un poco especial, pero... ¡se lo pasaron genial!







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